El corazón es inteligente.
Vibra al son que le toca el ritmo de vida.
El corazón es amor puro, manifestación de lo bello, de lo imperfectamente imperfecto.
Inteligente es verdad, verdad sin escrÚpulos, sin testigos, sin pretextos.
La verdad es realidad, no lo que imaginamos, no lo que soñamos, si no lo que es. Por eso, el amor es, simplemente.
El corazón es inteligente.
No olvida porque es vacío, no envejece porque no guarda rencores, no se apaga porque perdona.
El corazón transforma, el núcleo nunca tan directo con respecto a las acciones.
Es el conocimiento de la presencia del ser, del hecho, del presente.
Es inteligente, no intelectual.
Equilibra las sensaciones, ejercita el poder del dar, no desea nada para sí mismo que no sea para el otro, sin que nos lo haya pedido.
El corazón es inteligente.
Es intuición pura, nunca se equivoca, palpita sin engaños, sin complejos, no teme al daño.
En el corazón yace un cerebro inteligente, que nos activa, nos percibe e instruye, que susurra ser oído.
Que no trabaja por la justicia sino con ella, que no cree en Dios, si no que lo conoce.
Que no se siente amor, sino, simplemente es.
El corazón es inteligente.
Miguel Matias.
