Vamos construyendo el pasado
con desatención y desgana.
Sin vocación de impecabilidad,
sin aspiraciones de llenarlo de magia,
sin morir por lo óptimo.
Nuestra biografía siempre queda leve.
Mucha nada.
Un vacío acaparador.
Grandes momentos ilesos.
Tumbas desocupadas.
La vida siempre corre desbocada hacia su fin.
Muchos días escapan indemnes de gloria,
conformándose con su botín de horas pobres.
El pasado acoge todo,
que vale nada,
añorando maravillas.
Es así como vamos construyendo el pasado:
con desatención y desgana.