QUE TUS CIRCUNSTANCIAS NO SE CONVIERTAN EN TUS EXCUSAS
En mi opinión, hay una tendencia generalizada a no responsabilizarse de los asuntos personales que no son agradables y, además, tenemos una habilidad especial para encontrar razones y excusas para no hacerlo.
Las cosas que no son fáciles de resolver, y aquellas de las que no queremos responsabilizarnos, se despachan antes y más cómodamente negando la obligación que tenemos sobre ellas.
Y casi siempre son culpables el destino, el karma, el futuro, la mala suerte, los otros… y si somos capaces de auto-convencernos de ello –para lo cual no hay que hacer un esfuerzo extraordinario…- entonces ya nos podemos desentender del asunto que sea, y quedarnos tan tranquilos. Aunque sea una mentira.
Nos quedaremos, eso sí, en un papel victimista, lamiéndonos las heridas, sintiéndonos víctimas de la maldad de los hados y de un sino fatal que nos ha tocado -¡Ay!- padecer, y que sobrellevaremos como podamos -¡Ay!- con una resignación paciente, cristiana, digna de santidad.
Y es mentira.
Repito: es mentira.
Todos tenemos unas circunstancias distintas, personales, que a veces son el resultado de nuestras acciones o inacciones –casi siempre provienen del pasado-, y en otras ocasiones son cosas que han provocado los otros y de las cuales podemos ser o no ser responsables pero sí somos afectados y sufrientes.
La realidad, guste o no guste, es que todos nos vemos inmersos en unas situaciones, las que sean, y, como nuestra responsabilidad es preservarnos de males y sufrimientos innecesarios, tenemos también la obligación de resolverlas del modo mejor y más favorable, para evitarnos en lo posible daño o dolor.
Sí, todos tenemos unas circunstancias concretas.
Sí, todos padecemos inconvenientes.
Sí, todos sufrimos.
Pero nada de esto debiera ser una excusa para estancarse o refugiarse en la falsedad de sentirse inmolado, martirizado por todos los espíritus y demonios, perjudicado por un complot de todos los planetas en contra, y hasta por el propio Creador.
Porque, otra vez, es mentira.
Cada uno tiene que apechugar con lo suyo y resolverlo.
Esto es así.
Y mientras antes se comprenda, y antes se acepte y asuma de un modo innegable, y antes se deje de eludirlo, antes se hará posible la opción de resolverlo.
Valor y al toro, como se dice.
Hay que desaletargar al adulto y ponerle a cumplir su función, que es la de tomar las riendas de la vida de un modo maduro, gobernando la vida directamente hacia la felicidad; hay que deshacerse de los miedos, desmontar las excusas y desembarazarse de ellas; tener la honradez y el arrojo necesarios –o sacarlos de donde sea- para solucionar los asuntos ingratos, las situaciones en las que nos encontremos… en fin, poner orden en la vida, allanarla, desterrar las cosas que nos impiden la plenitud o la paz.
¿Piensas que eres una víctima?
Lo más seguro es que seas víctima de tu propia desatención o tu propia inacción, pero supongamos que sí, que eres una pobre y sufriente víctima, apaleada por la predestinación, maltratada por el mundo y mordida por todos los perros… ¿Y qué vas a hacer ahora?, ¿Instalarte a perpetuidad en una actitud infantil y cobarde, en una rabieta sin sentido, inútil a perpetuidad?
¿Y qué adelantas con ello?, ¿Qué te resuelve eso?
Estás enfadado con el mundo… ¿Y qué?, ¿El mundo te pide disculpas y cambia por completo para que tú estés bien?
¿Noooooooooooooooo?, ¿Seguro que no?
¡Vaya!
¡A ver si no te va a quedar más remedio que resolver tú mismo tus propios asuntos!
¡A ver si vas a tener que salirte de ese estado casi catatónico, de esa apatía que es cobardía disfrazada, y vas a tener que tomar decisiones valientes, decididas, resueltas… y hermosas, que van a traer paz y bienestar a tu vida!
Me dejo de ironías.
Tu vida es tuya y tú –y nadie más- eres responsable de ella.
Te propongo, te pido, te sugiero, te ruego… que no conviertas en excusas tus circunstancias actuales, sean las que sean, y des ahora mismo el primer paso que pueda inaugurar una relación distinta y mejor contigo, y que con ello comience otra etapa distinta en tu vida. Y que sea para bien.
Pero, como siempre, tú decides.
Te dejo con tus reflexiones…