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 EL TIEMPO NO CURA LAS HERIDAS - (Reflexiones caóticas sobre ideas dispersas)



Enero 13, 2016, 09:45:25 am
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Desconectado Francisco de Sales

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EL TIEMPO NO CURA LAS HERIDAS
(Reflexiones caóticas sobre ideas dispersas)


Escribí un artículo que se titula EL TIEMPO LO CURA TODO, PERO… HAY QUE PERMITIRLE QUE LO HAGA y en él aclaraba que eso era solamente un título llamativo y no la realidad. O sea, no toda la realidad.

La realidad, escribí, es que solamente es uno mismo quien puede curar y que, generalmente, a medida que pasa el tiempo uno va cambiando y va viendo las cosas de otro modo y puede desdramatizarlas, minusvalorarlas, o resolverlas.

El tiempo, y esta es la realidad, lo único que hace es pasar, transcurrir.

Con el paso del tiempo las heridas pueden ir aletargándose, pero siempre quedan esperando y necesitando una solución, y es uno mismo quien tiene que armarse de amor y dignidad y ponerse a la tarea de resolverlas aportándoles una solución satisfactoria.

Las heridas pueden hacer un cierre en falso que estará en todo momento a punto de reventar.

Conviene recordar, eso sí, que somos nosotros quienes hemos calificado los hechos del modo que hemos considerado –casi siempre inconscientemente, o sea: sin valorarlo ecuánimemente-. O sea, que las cosas que nos suceden no tiene adjetivo ni dolor obligatorio asociado, sino que es cada uno –y no libremente, sino condicionado y sin racionalizarlo- quien permite que un hecho sea un agravio imperdonable, afecte a la estabilidad emocional o sentimental, duela infinitamente, que le permitamos que nos mortifique…o, por el contrario, el mismo hecho puede ser visto a la luz de la comprensión, la aceptación y el perdón, y puede ser disuelto inmediatamente, sin que la herida ni siquiera llegue a formarse.

El paso del tiempo no resuelve nuestros asuntos pendientes.

Es cierto que no es conveniente tomar decisiones importantes en momentos de depresión o abatimiento, ni en momentos en que nos sintamos inmersos en una tragedia u ofendidos, ni cuando son el dolor o las ganas de venganza quienes están gobernando nuestra vida, así como tampoco cuando la obnubilación ha secuestrado a la cordura, ni mientras tenga prohibido el paso la reflexión serena que es capaz de evaluar los hechos con consciencia plena.

Lo mejor no es olvidar, porque olvidar es simplemente aplazar y en cualquier momento puede desaletargarse y reabrirse la herida. Lo válido es comprender y aceptar, que es lo mismo que perdonar, ya que si se comprende y se acepta el perdón es innecesario.

Pero si insistes en tener que perdonar, que no sea “de boquilla” –sólo de palabra pero no de corazón- o porque se considere un deber cristiano obligatorio y de magnificencia, sino PERDONAR, que es comprender, que es aceptar, que es ser consciente y darse cuenta, que es reconocer la humanidad del causante y consentir que por eso mismo tiene entre sus opciones la posibilidad de equivocarse y de actuar de un modo distinto a como se espera.

Que es lo mismo que puedo hacer yo o puedes hacer tú en cualquier otro momento.

¿Acaso no ha habido algún momento en tu vida en que otro se ha molestado o dolido por algo que tú hiciste o dijiste sin darte cuenta, sin mala intención?

Seguro que en ese momento deseas explicarte, hacerle ver al otro que no era mala tu intención sino inconsciente. Te sientes fatal. No sabes cómo reparar el daño.

¿Te has preguntado de dónde viene cada una de tus heridas?

¿Te paras a pensar serenamente en el hecho en sí para calificarlo y clasificarlo ecuánimemente y con justicia?

¿Te pones en la piel del causante?

Me refiero a ponerte en su lugar siendo él y con sus circunstancias o su inconsciencia, ya que de nada sirve que te pongas en su lugar siendo tú mismo. Tú eres otro. Y ya sé que tú nuuuuuuuuuunca harías lo que te hizo, que jamááááááás te equivocarías, que eso lo hacen los otros pero tú noooooooooooo… noooooooooooo…

Uno de los inconvenientes, o de las ventajas, de Ser Humano –porque forma parte de la naturaleza intrínseca- es que se comenten “errores”, que no siempre se hacen las cosas del modo “perfecto”, y que en muchas ocasiones no cumplimos las expectativas o las ilusiones ilusorias de los otros.

Gracias a Dios, nos equivocamos.

Gracias a Dios –aunque en esto colaboramos bastante nosotros- no hacemos siempre lo que los otros esperan y desean.

Gracias a Dios, o a nuestro instinto de superación, estamos en un Camino de Desarrollo Personal –en el que cada uno lleva su propio ritmo- buscando el mejoramiento ya que la perfección es imposible.

Las heridas son un lastre gravoso del que somos los primeros y más directos agraviados.

Perpetuarlas, engrandecerlas, o mantenerlas vivas y lacerantes, ansiosas de venganza y no de reparación, es un atentado contra la propia salud mental y emocional, contra la propia dignidad, de rechazo a la humanidad que nos compone y de falta de reconocimiento a la divinidad que también nos compone y nos habita.

El tiempo no es un Dios que cura las heridas: las esconde, las disimula, las aplaza, las suaviza…pero no las resuelve. Es uno mismo, con toda su valentía y todo su amor, quien tiene que acometer esa tarea –grandiosa y emocionante- y curar sus propias heridas para no contagiárselas a los otros y para vivir sano de alma y en paz.


Te dejo con tus reflexiones….
« Última modificación: Enero 13, 2016, 09:49:29 am por francisco de sales »

 

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