No puedo evitarlo.
Muy a menudo me hago la misma pregunta:
“¿Qué estoy haciendo con mi presente?”
En mi caso, es un reproche que se disfraza de pregunta, porque ya llevo años en esto de querer hacer las cosas bien, en el Crecimiento Personal, y ya conozco mis trucos,
y cómo aplazo muchas cosas para un mañana en que vuelvo a aplazarlas, y cómo me trato.
Así que saco a la luz todas las teorías que conozco (que creo que las conozco todas), los buenos propósitos (que son buenos pero breves e inconstantes), mi capacidad de comprender lo que estoy haciendo (más bien lo que no estoy haciendo), y anoto en el libro de las promesas una nueva.
Más o menos, algo así como: “PROMETO NO ABANDONARME NUNCA MÁS”, pero me he abandona una vez más…
Vuelvo a sentir que me hierve la sangre otra vez, porque otra vez he vuelto a fallarme.
Otra vez he olvidado que estoy en mi limitada vida.
Y mi responsabilidad.
Estoy, y lo sé claramente, en ese tiempo que hace poco llamaba FUTURO, en el que tantas esperanzas y propósitos había puesto.
Y está bastante vacío.
¿Qué he hecho con todo lo que había previsto?
¿Dónde está lo que pronostiqué?
Y… ¿qué pasará, de verdad, con lo que anuncie hoy?
¿Es que no termino de creerme esto de que la vida va en serio, y que es un río imparable de segundos que desembocan en el pasado?
¿Y que el pasado se va nutriendo de lo que mal llamo futuro?
Me propongo tomar conciencia nuevamente de esto, y parece que esta vez va a ser más efectivo, porque cada vez me duele un poco más la pérdida de tiempo (que es la pérdida de la vida) y también me quiero más a mí mismo, y me demuestro el Amor propio haciendo por mí lo que sé que es bueno para mí.
Me sigo queriendo, a pesar de mis continuas desatenciones al presente, pero siento ya próximo el día en que sea la última vez que me falle.
El presente está aquí, ahora, lo puedo tocar, pero tiene prisa por marcharse, así que me voy a centrar en hacerlo digno, pleno, para que, cuando llegue al pasado, no sienta la vergüenza de su vacío, ni arrepentimientos.
