¿QUÉ PASA CUANDO LOS OTROS SON UNOS DESAGRADECIDOS?
En mi opinión a lo largo de la vida nos llevamos muchas decepciones, desilusiones, desencantos, desánimos…
Muchas veces se nos quitan las ganas de volver a esforzarnos, de volver a intentarlo, de comenzar de nuevo, de seguir…
Personas en las que hemos puesto un cariño especial, con las que nos hemos volcado de un modo exclusivo, a las que hemos dedicado una buena parte de nuestra atención o nuestro tiempo –que es nuestra vida-, no cumplen nuestras expectativas, y eso nos hace sentirnos mal.
Como es importante el significado de las palabras, entendamos esto:
DEFRAUDAR es frustrar, desvanecer la confianza o la esperanza que se ponía en alguien o en algo.
DESILUSIONAR es perder la ilusión. Ilusión es concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.
DECEPCIONAR es desengañar, desilusionar.
DESENCANTAR es: salir del encanto. Y encantar es: someter a poderes mágicos. Entretener con razones aparentes y engañosas.
DESENGAÑAR es: Reconocer el engaño o el error. Y engañarse es cerrar los ojos a la verdad, por ser más grato el error. También es dar a la mentira apariencia de verdad.
Así que no siempre debemos echar la culpa a los otros de que no se cumplan las utopías que imaginamos, los sueños idílicos que se nos ocurren, las esperanzas e ilusiones que ponemos en el sitio o la persona equivocada, nuestras fantasías utópicas, o lo que no tiene posibilidades reales de ser realizado. Nosotros también somos responsables por esperar que los otros nos den lo que no siempre son capaces de dar. LO IMPORTANTE PARA NUESTRA CONCIENCIA NO ES RECIBIR, LO IMPORTANTE ES DAR.
Cualquier paso que damos por los otros ha de ser sin esperar nada a cambio, y no como una inversión en la que entregamos algo a cambio de que se nos devuelva, por lo menos, algo similar: favor por favor, o cuidado a cambio de cuidado, o amor –que no sería verdadero- a cambio de amor –que tampoco sería verdadero-.
LA CARACTERÍSTICA PRINCIPAL DE LA GENEROSIDAD ES LA FALTA DE INTERÉS.
Uno dice o hace “porque sí”, porque le apetece, porque lo desea, porque le brota espontáneamente de su naturaleza. Y no esperando recibir después.
Por eso no se debe esperar nada del otro, y menos aun exigir. Todo lo que se reciba a cambio de la propia generosidad será bien recibido y nunca juzgado o cuantificado.
Y hay que seguir. A pesar de las decepciones o los desencantos, hay que seguir siendo espontánea y naturalmente generosos. A pesar de los chascos o los desalientos. A pesar de que los otros no nos valoren, no reconozcan nuestros gestos, no sean capaces de apreciar lo que hicimos. A pesar de que una voz cansada se queje en nuestro interior. Aunque en algunas ocasiones pensemos en tirar la toalla de nuestra generosidad y nuestra entrega, y en abandonar, hay que seguir, porque forma parte de nuestra naturaleza.
Hay que seguir por nosotros mismos, aunque un pensamiento desalentado nos diga que los otros son muy desagradecidos.
Los otros no siempre van a saber ser agradecidos, pero la razón de la generosidad, de la entrega, no es no es recibir algún reconocimiento por ello.
Salvo casos excepcionales, hay que seguir siendo generoso, haciendo el bien, cuidando, amando. Aunque los otros sean unos desagradecidos.
Te dejo con tus reflexiones…