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 SOBRE LA AGRESIÓN PASIVA



Febrero 05, 2013, 06:28:19 am
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SOBRE LA AGRESIÓN PASIVA
« en: Febrero 05, 2013, 06:28:19 am »
SOBRE LA AGRESIÓN PASIVA

 
Millones de dólares en pérdidas han ocurrido en los principales hoteles del mundo a causa de los desperfectos en equipos, los daños a instalaciones y los objetos de uso común rotos, dañados o extraviados de manera accidental o no intencional.

En los hogares se pierden cubiertos de plata, se rompen platos y se malgastan los productos de uso cotidiano (alimentos, limpiadores, etc.) de la misma manera. En las familias son célebres las quejas de los padres cuando exigen a sus hijos cumplir ciertas tareas y lo que reciben es un destemplado ¡Ya vaaaa!…En otras ocasiones, el muchacho es lento hasta la desesperación y cada mañana se exasperan los padres al advertir la pereza y la desidia con la cual se dispone a salir hacia el colegio y la displicencia con la cual asume sus deberes escolares.

Son innumerables los ejemplos que podemos dar de situaciones similares en las cuales, no puede lograrse una colaboración espontánea, o donde inexplicablemente ocurren daños accidentales por falta de experiencia en el uso de materiales de trabajo, por negligencia y por descuido en las precauciones que deben tomarse previamente.

El hilo común que une todas esas situaciones no es más que una fuerza interna e inconsciente llamada agresión o rebeldía pasiva.

El carácter pasivo – agresivo se estructura como resultado de una incapacidad del individuo para resolver satisfactoriamente un conflicto con la autoridad, o con una condición adversa ante la cual se encuentra indefenso, y  termina por caer en una resignación llena de rabia y frustración.

Su expresión agresiva, entonces, se ve coartada por la amenaza de consecuencias negativas y busca otras vías para manifestarse.

El mejor ejemplo que podemos dar para ilustrar este fenómeno, es el de un niño pequeño quien, caminando por un centro comercial, se detiene entusiasmado ante la vidriera de una tienda de juguetes y le pide a la madre que le compre uno que está de moda o que a él le atrae de manera particular. Ella no puede complacerlo y le insta a que continúen su camino pues tiene que hacer con rapidez otra diligencia.

El niño insiste cada vez con más fuerza, creyendo que por esa vía logrará su propósito. La madre le repite que no puede comprarle el juguete y le agarra por el brazo para separarlo de la tentadora exhibición. Le reitera que está de prisa y que no vino a comprar nada extra.

El muchachito no la escucha sino que se desespera y comienza a llorar. Ella lo hala hacia el pasillo, pero él se rebate, llora y suplica, ante lo cual no queda más remedio que utilizar la fuerza e imponer la autoridad.

El resultado final probablemente será una dramática escena donde una señora hala por el brazo a un pequeño ser quien, mientras es arrastrado, llora, grita e intenta asirse a una columna o un depósito de basura y que, en todo caso no estará dispuesto a colaborar para que la madre llegue cómodamente a su destino.

Esa es una expresión de la impotencia que siente alguien cuando experimenta el efecto de una acción que se le impone, y ante la cual no tiene opción ganadora.  Puede aceptar finalmente su derrota, pero en el fondo de su inconsciente seguramente quedará latente un deseo de reivindicación, esperando el momento para hacer su aparición.

Ese momento puede ser aquel en donde la respuesta vengativa forme parte de un repertorio complejo y no sea fácil evidenciarla como intencional.

Quedarse dormido más allá de la hora fijada para que se realicen cómodamente las actividades matutinas de la familia puede ser una forma de protestar por la imposición a ir a clases.

Romper “sin intención” un florero fino, el cual ya antes se ha señalado como un objeto valioso que hay que cuidar. Golpear o rayar “accidentalmente” la puerta de un automóvil lujoso cuando el empleado  intenta estacionarlo en un restaurante o un autolavado podría estar relacionado a algún tipo de resentimiento inconsciente de su parte.

No significan estas afirmaciones que todos los comportamientos equivocados o que produzcan resultados indeseables sean motivados por la agresión pasiva y que la persona que los ejecuta sea condenable de antemano. Lo que queremos puntualizar es que debemos examinar cuidadosamente la forma cómo actuamos en ocasiones y revisar el estilo que utilizamos para imponer nuestra autoridad en un momento dado.

Elementos generadores de agresión pasiva:

Características de personalidad en los trastornos obsesivos – compulsivos.

Estructuras jerárquicas inflexibles y normativas incuestionables o impuestas “sin derecho a pataleo”.

Individuos sometidos a escarnio, esclavitud o condiciones insatisfactorias de trabajo.

Utilización de la persona sin su consentimiento, o sin tomar en cuenta su mundo afectivo.

Individuos convencidos de su inferioridad física, espiritual o social, ya sea por pertenencia a una raza proscrita o a un sector desfavorecido de la sociedad, o por razones particulares al encontrarse frente a una situación que considera superior a sus fuerzas.

Si logra identificar en usted mismo conductas derivadas de una posición pasivo – agresiva, examine los siguientes puntos:

¿En su crianza tuvo la oportunidad de ejercer su capacidad de protesta o era víctima de un padre o una madre autoritarios, ante quienes no había más salida que rendirse incondicionalmente?

¿Se encuentra en estos momentos suficientemente evolucionado en el ámbito emocional o todavía mantiene reacciones infantiles ante la frustración?

¿Está usualmente satisfecho con los resultados de sus acciones o siente que podría obtener mejores beneficios?

¿Se siente satisfecho con su condición social, en su trabajo o en su actividad estudiantil?

¿Piensa que existe una autoridad por encima de usted a la cual considera injusta o abusiva?

¿Desea seguir colaborando en el proyecto en el cual se haya incluido o preferiría moverse a otra parte?

¿Existen razones válida para que usted desee agredir a alguien en su entorno?

¿Cree que puede modificar los factores que le limitan o le someten con una acción efectiva o está entregado a la resignación?

Si cree que merece algo mejor de la vida. ¿Por qué no ha accedido a ello?

Si ha logrado hacer contacto con la agresividad pasiva que pueda tener en su interior, analice sus esquemas de funcionamiento y actualícelos. Tal vez el jefe que tiene enfrente no sea su enemigo, ni un titán invencible sino una persona que no conoce sus potenciales de trabajo, o alguien que valoriza la asertividad y la  comunicación frontal en lugar de la resignación silenciosa.

A lo mejor usted no es evaluado por otros como inferior o como alguien deleznable sino que esos conceptos son suyos y hay que superarlos.

Piense si no reside en usted la potestad de cambiar su vida y no se ha dado cuenta.

Quizás el mundo no tiene la culpa de lo que le pasa, sino que aún no ha llegado la oportunidad para que usted cambie favorablemente sus situación.

Dispóngase a pensar antes de actuar negativamente y busque por sí mismo todas las fuentes de satisfacción que estén a su alcance.

Si se siente víctima de la agresión pasiva de otros.

Si usted es dueño de una empresa o si dicta clases a un salón de muchachos “olvidadizos”, “negligentes” o saboteadores. Si es un padre o una madre de familia quien no logra obtener colaboración espontánea o se tropieza constantemente con el famoso “¡Ya va!” y con otros objetos regados por el piso de su casa. Revise lo siguiente:

¿Es usted misma una persona pasivo – agresiva?

¿Es abiertamente agresiva e impositiva, y le gusta que las cosas se hagan “a su manera”?

¿Ha actualizado su esquema de actividades? ¿Se renueva o utiliza los mismos métodos tratando de obtener resultados distintos?

¿Mantiene una buena comunicación con sus subalternos?
¿Está atento a sus necesidades o simplemente utiliza sus servicios?

¿Puede postergar la satisfacción de sus deseos o sus órdenes, o quiere que las cosas se “hagan YA”?

¿Antes de actuar, toma algún tiempo para reflexionar y analizar diferentes opciones o simplemente “dispara primero y averigua después”?

La agresión pasiva puede ser muy dañina, inclusive para su salud. Tome las acciones necesarias para neutralizar sus efectos antes de que ella le ponga en un predicamento irreversible.

Si no puede hacer nada al respecto, o si la fuerza de sus impulsos es superior a su capacidad para cambiar de comportamiento, entonces debería considerar la consulta con un profesional especializado y mejorar su calidad de vida.


César Landaeta H.
Psicólogo Clínico


 

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