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 EL PERDÓN: UN ACTO DE AUTO-LIBERACIÓN INTERNA



Noviembre 30, 2013, 08:10:53 am
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EL PERDÓN: UN ACTO DE AUTO-LIBERACIÓN INTERNA
« en: Noviembre 30, 2013, 08:10:53 am »
EL PERDÓN: UN ACTO DE LIBERACIÓN INTERNA
Jaquelina Pievaroli


En la reflexión de hoy vamos a detenernos en el acto del perdón y sus efectos sobre nuestra salud mental y felicidad.

Es posible que cuando pensemos en perdonar lo primero que se nos aparezca es la sensación de que es un acto, un regalo para el otro, que libera al otro de su culpa o responsabilidad, pero si profundizamos en su naturaleza y sus efectos nos podemos dar cuenta que el mayor efecto es la liberación emocional que llegamos a sentir nosotros mismos.

Perdonar no es ni olvidar ni justificar ni tolerar los actos de otra persona, como tampoco es dar la razón al otro y que la reconciliación es solo una opción.

Tampoco es negar las emociones que nos ha despertado, los validamos como genuinas.

El perdón es un acto interno y personal, donde ni hace falta decírselo personalmente a esa persona.

Es un acto que desde el principio nos sitúa como víctimas de una situación por lo que nos enfrenta primero a como nos posicionamos nosotros mismos frente al victimismo, principalmente, si vivimos una vida en que nos apegamos o no a la posición de víctimas frente al mundo.

Quedarnos aferrados a la posición de víctimas nos llena de ira, resentimiento, culpa, sufrimiento, rencor, desilusión, ideas de venganza y más.

Todas ellas nos provocan un estancamiento emocional que nos hunde cada vez más en un espacio oscuro y de infelicidad.

Cuanto más conscientes seamos de cómo es nuestra relación con el victimismo más fácil o difícil se nos hará llegar al acto del perdón.

El acto del perdón requiere de nosotros todo un trabajo previo de autoconocimiento y transformación, por lo que podemos decir que al fin y al cabo somos nosotros mismos los que nos permitimos llegar al acto del perdón más allá del agravio que hayamos recibido.

Esto nos plantea una mirada diferente sobre el perdón y es desde nosotros mismos y no desde lo que el otro nos ha hecho.

La gravedad del agravio influirá seguramente pero si lo miramos desde aquí no hay salida, y hasta en determinados casos tampoco vemos la posibilidad del perdón.

Desde la mirada interna, el perdón es un acto amoroso hacia nosotros mismos, que nos libera y nos desarraiga del dolor.

Perdonar es pensar en nosotros mismos porque desapegarnos del dolor que nos produjo el agravio nos genera un estado de calma y tranquilidad impagables. Una liberación tanto desde lo mental, como desde lo  espiritual y también desde lo físico, ya que recuperamos el equilibrio global que nos da la liberación emocional.

El perdón es la sanación hacia nosotros mismos.

Esto también cuenta cuando cometemos un error y nos perdonamos a nosotros mismos, nos liberamos de la carga de la culpa y creo que mucho de nosotros hemos sentido lo que significa sacarnos de encima la culpa.

Darnos permiso para perdonarnos y llevar a cabo una acción restitutiva y reparadora.


En el acto del perdón se genera una acción interna de “dejar ir” aquello que te ha dañado.

El acto del perdón también nos enfrenta a si aceptamos o no que los seres humanos no somos perfectos, que “yo no soy perfect@”.

EL CAMINO HACIA EL PERDÓN

En éste camino no hay recetas mágicas y aún menos rápidas.

Requiere de nosotros mucho esfuerzo, tiempo, paciencia y tomar la decisión de que el perdón es una opción posible.

Como hemos estado diciendo hay unos puntos claves a tener en cuenta a la hora de transitar el camino hacia el perdón.

Revisar nuestro apego con el sufrimiento y el dramatismo porque según su grado nos será más fácil o más difícil llegar al perdón.

Considerar que reacción tenemos frente a situaciones adversas. Si solemos quedarnos abatidos y derrumbados o si lo vemos como una situación problemática desde la cual hemos aprendido o ahora podemos ser consciente de algo nuevo para mi vida. Y desde éste nuevo aprendizaje generar en nuestra vida nuevas experiencias.

Ser conscientes de cuánto nos exigimos y exigimos a los demás que sean perfectos. Si somos tolerantes con nuestros fallos y errores y el del resto.

Reconocer nuestra propia responsabilidad en la situación. ¿Hemos puesto demasiadas expectativas en alguien?, ¿no nos hemos cuidado lo suficiente?, ¿no hemos pensado por nosotros mismos dejando que el otro tome las decisiones?

Darnos cuenta que mantener las emociones adversas que nos ha generado el agravio sólo nos daña a nosotros mismos.

Generar desde la energía emocional que nos produjo la situación dolorosa una acción que nos lleve más allá de nosotros mismos.

Existen personas que han generado movimientos con fines sociales sobre el tema que les ha tocado vivir desde el dolor.

Reconocer que existen situaciones que consideramos como agravios porque han tocado una zona de sufrimiento personal que ya estaba en nuestro interior y por esto le damos dicha categoría.

Estar abiertos a escuchar a la persona que nos ha agredido, sus emociones y sus motivos sin juicios previos. Éste acto no tiene que ver con justificar sino que nos da la posibilidad de encontrarle un sentido a la acción y de integrarlo más fácilmente.

Les propongo que busquemos en nuestro interior aquellas situaciones dolorosas que sentimos que todavía no hemos perdonado y tomar la decisión consciente de ocuparnos para que el perdón sea una opción.


Psicólogo en Barcelona
Psicoemo

 

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